Dicen que el arranque del conjuro que se pronuncia antes de que la queimada —bebida gallega que se quema para rebajar el alcohol— arda, nos libera de los malos espíritus. Galicia está tocada por una magia que, lejos de tener una connotación negativa, nos abduce hasta lo más profundo de sus callejuelas empedradas, de su salvaje gastronomía y de la hospitalidad de su gente tan acostumbrada a acoger al peregrino del Camino de Santiago. A pesar de la oscuridad del paisaje, Santiago emana una energía que no deja a nadie indiferente. A través de ella, y con permiso de las meigas (especie de bruja de la tradición gallega, que haberlas, haylas, como afirma la tradición), guiamos tus pasos por Santiago de Compostela en 48 horas difíciles de olvidar.
Un lugar excelente para experimentar la gastronomía local es Abastos 2.0, que se reparte en dos restaurantes: uno a la barra (en los locales exteriores del mercado) y otro con mesas (justo en frente). Este segundo es un Bib Gourmand que arma sus platos en función de la compra del día en el mercado. Con un aire informal y capacidad para 40 personas, nos invita a escoger entre una carta diaria y el menú de la casa déixate levar, donde podrás degustar delicias como los Mejillones en escabeche, una Empanada de pulpo casera o el pescado/marisco del día, todo regado con DD.OO. Rías Baixas o Ribeira Sacra. Si eliges la opción a la barra, compartirás mesa con 11 comensales con los que realizar un viaje gastronómico por tierras gallegas.
Por la tarde, degustadas las viandas de la tierra, nada mejor que un paseo por el casco histórico de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad desde 1985. Aunque existe la posibilidad de hacer el recorrido a bordo de un tren turístico (recomendado si viajas con peques), lo suyo es perderse por las callejuelas del centro a pie. Comenzamos en la plaza sur de la Catedral, la de las Platerías, que debe su nombre a los talleres de orfebres en los soportales del claustro. Desde allí, caminamos por la rúa do Vilar, donde se encuentra el edificio del siglo XVIII Casa del Deán, hospedaje en otro tiempo de los obispos que visitaban la ciudad. Allí se suceden las confiterías y un bullir de locales gourmet, como la aTenda da Caldeireiría.
Por la rúa Cardenal Payá llegamos a la plaza de Mazarelos, donde se atrinchera el único arco en pie de la muralla medieval. Cada vuelta de la esquina en Santiago es un reencuentro con el románico, el barroco y el gótico y, si apretamos el paso, llegamos hasta el Convento de San Paio de Antealtares (siglo X), de benedictinas de clausura, para degustar de una tarta de Santiago casera. Antes de cenar, ¿qué mejor que eliminar los malos espíritus con una queimada? En Santiago de Compostela son numerosos los establecimientos que ofrecen al visitante el ritual de esta bebida alcohólica a base de orujo y azúcar, algunas con conjuro incluido y otras no. Un trago digestivo a prueba de maleficios nunca viene mal. Lo encontrarás en locales como el Café Casino de la rúa do Vilar, el Café Literarios de la plaza da Quintana o el Parador de Santiago.
Después del ajetreo de una jornada cargada de historia, nos merecemos un premio. Caminando entre los cánticos de la tuna, llegamos al Gaio, un restaurante informal, ubicado en una antigua tienda, que ofrece una carta espectacular para compartir. ¿Cómo se conjugan la cocina peruana y la asiática con el producto gallego de temporada? Si acudes a Gaio, tendrás la respuesta. Al día siguiente, después de tocar el cielo en los tejados de la Catedral, queremos seguir cerca de las Estrellas. Por eso elegimos darnos un homenaje para comer en Casa Marcelo, con una Estrella MICHELIN, a unos metros de la plaza.
Este restaurante acaba de cumplir 25 años, en los que Marcelo Tejedor no ha parado de buscar la excelencia para los comensales, cambiando la propuesta básica cada dos semanas en función de las exigencias de la temporada. Lo sorprendente de la propuesta es que tú no eliges exactamente el plato que quieres probar, solo tienes la opción de elegir entre dos números: cuatro u ocho. A partir de aquí, de la cantidad de platos solicitados, el chef prepara un viaje gastronómico sorpresa. En Casa Marcelo, el factor sorpresa juega un papel gastronómico importante.