El enoturismo, que se festeja el 10 de noviembre, es una experiencia que combina el amor por nuestra bebida nacional y el contexto que la rodea: cada copa, cada botella trae consigo una historia de tradición y el meticuloso oficio de elaboración.
Más allá de las colinas de la Toscana, la región de Burdeos, los paisajes escarpados de Valle de Napa o la Cordillera de los Andes conectando los Valles Calchaquíes, Cuyo y el sur de la Argentina, cada zona vitivinícola ofrece una historia única que se manifiesta a través de los viñedos, los vinos y las personas que protagonizan el proceso.
El enoturismo es una puerta de entrada a lugares únicos, locaciones turísticas de una belleza excepcional y una tradición que suele manifestarse en la cultura local: una experiencia inmersiva que también combina hospedaje y gastronomía, apoyando a pequeños productores, respetando el medio ambiente, y explorando el tacto de la vid, el aroma de las barricas y el sabor del vino.
Durante las últimas décadas, la cantidad de público que opta por la posibilidad de recorrer bodegas y regiones vitivinícolas ha ido en aumento, con un renovado entusiasmo tanto por la bebida como en el interés por los viajes locales y al extranjero. La posibilidad de catar y adquirir vinos directamente de las fuentes muchas veces implica precios sumamente considerables e incluso la ocasión de dar con rarezas.
En Argentina, el 78% de las bodegas cuentan con un área de turismo especializada: actualmente hay unos 380 establecimientos abiertos para tal fin -tres años antes, eran alrededor de 200-. Sin ir más lejos, a mediados de 2023, 16 provincias que cuentan con viñedos recibieron un total de 300 millones de pesos por parte del Gobierno Nacional para fomentar el Enoturismo en su territorio: mejorar infraestructura, bienes y servicios que permitan aumentar la calidad de su oferta turística.
Se sabe que Mendoza es la meca del vino del país y cuenta con las mejores opciones para realizar Enoturismo, aunque Cafayate -en Salta- también aparece como uno de los lugares destacados, mientras que San Juan -la segunda provincia con más producción- completa el podio. Pero no hay que dejar de lado a Neuquén, con San Patricio del Chañar, una localidad a la sombra de Vaca Muerta que creció fuerte por la amplitud térmica y la calidad de sus uvas. Sin dudas, se trata de un entorno ideal para los amantes del vino: pernoctar allí mientras se disfruta de la posibilidad de combinar paisajes increíbles y una gastronomía top con productos de estación pensados para el maridaje con los mejores varietales -principalmente Pinot Noir, Malbec, Merlot, Cabernet Sauvignon, Sauvignon Blanc y Chardonnay-.